jueves, 18 de mayo de 2017

UNA HISTORIA DE FEMUKA

Con motivo del día del libro escribimos entre todos un cuento y lo ilustramos. Aquí lo tenéis.




Al comienzo, hace meses, una muchacha apareció en nuestra clase.
No era como Miguel, Iván, Claudia, Olivia y Carlota.
Era diferente, estaba hecha con lana.
La crearon para Femuka.
¿En realidad no tenía vida?
Claro que tenía vida. Una mañana al entrar en clase vimos a la muchacha de lana hablando con una niña misteriosa a la que nunca habíamos visto. La niña vestía uniforme y llevaba una mochila colgada al hombro.
... muchacha de lana hablando con una niña misteriosa...
                          
Salimos corriendo y nos metimos en el baño.  Por la ventanilla espiamos a las muchachas. De repente, la muchacha de lana se dio cuenta de nuestra presencia y nos invitó a entrar en la clase. Por supuesto que entramos. Queríamos saber quiénes eran esas extrañas.
... nos metimos en el baño...
-                             -¿Qui… qui… quiénes sois? – preguntamos titubeando.
-           -Empecemos por el principio. Me llamo Lanitas – dijo la muchacha de trapo-. La niña que se encuentra a mi lado se llama Lulú. Es muy tímida y le da vergüenza hablar con personas del planeta Tierra.
Me llamo Lanitas.
                            
-                                -¡Ah! ¿Es que no sois de la Tierra?- preguntamos asombrados.
-              -No. Somos de la Galaxia Blandita. Yo soy del planeta Lana donde todo es de lana. Lulú es del planeta Blandiblú donde todos son humanos muy tímidos y elásticos.


Somos de la Galaxia Blandita.
                            
Entonces Lulú estiró el cuello para demostrar su elasticidad. Nos quedamos con la boca abierta.
-                 -¿Qué hacéis en la Tierra?- preguntamos.
-     -Hemos venido a ayudaros con el Femuka para que no quede ninguna parte del pueblo sin decorar porque tememos que no lleguéis a tiempo. He traído cosas de mi planeta. Mirad…

Y nos enseñó hierba, flores y mariposas de su planeta hechas de lana que Lulú llevaba en su mochila. Las mariposas empezaron a volar y Lulú tuvo que estirarse mucho para cogerlas.
-         Lanitas, ¿de qué conoces a Lulú si venís de planetas distintos?
-         La familia de Lulú viajó a mi planeta y me recogieron porque yo era una niña huérfana. Desde entonces tengo una familia. Somos como hermanas- se emocionó Lanitas llorando trocitos de lana de diferentes colores.

Decidimos empezar a trabajar. ¡Manos a la lana!
¡Manos a la lana!
                         
Imprevisiblemente, cuando fueron a repartirse la lana para ponerse a trabajar… ¡solamente había ovillos de color gris!
Los chicos y las chicas de la clase se quedaron decepcionados.
-      ¿Cómo vamos a adornar el pueblo con este color tan triste? – dijeron todos …
Lulú, al ver a los chicos tan tristes, rompió su timidez y dijo:
-        ¡Tengo una idea! ¿Qué os parece si con las lágrimas de Lanitas hacemos ovillos de colores?
-         ¡Nos parece genial! – dijeron todos.

Pero entonces, Lanitas se quedó muy triste … Eso significaría que tendría que estar llorando ovillos y ovillos de lágrimas.
-      ¡Pero Lanitas, no estés triste! – dijo Lulú-. Te haremos llorar de la risa con montones y montones de cosquillas.
A todos les pareció una buenísima idea.
-         ¡Empecemos lo antes posible!
¡Empecemos lo antes posible!

Todos se pusieron manos a la lana, y rieron tanto que casi sin darse cuenta hicieron tanto Femuka como para adornar su pueblo y parte de otro.
Lulú, con su elasticidad, consiguió colocar todos los adornos en las ramas de cada árbol. Y con ayuda de sus compañeros lograron dejar el pueblo tan bonito…
Lulú y Lanitas había terminado su trabajo y debían volver a su planeta. Sus compañeros se quedaron un poco tristes, pero con la satisfacción de haber trabajado juntos y la esperanza de poder volver a verlas.
...consiguió colocar todos los adornos...

Y como dice Don Fermín, este cuento llegó a su fin.
FIN